El intendente Pablo Javier Zurro elevó un proyecto al Concejo Deliberante para proponer el nombre de "Padre Carlos Mugica" a la nueva urbanización emplazada en los 651 terrenos emplazados en el espacio conocido como ex campo de la familia De La Peña. "Envié un proyecto al Concejo Deliberante para que la nueva zona urbanística municipal donde se ubican las 220 viviendas sociales, los Círculos Cerrados Nº4 y Nº7 lleve el nombre “Padre Carlos Mugica”. Un incansable luchador por los derechos de los más postergados" señaló el intendente Pablo Javier Zurro.
Del mismo modo, el Intendente dio a conocer los motivos que abalan la propuesta elevada al cuerpo legislativo, en un repasdo por la vida, obra y pensamiento de un sacerdote que dejó la vida por la defensa de las familias más vulnerables.
"Las primeras viviendas fueron inauguradas y entregadas hace más de tres años y el sector representa uno de los logros más importantes de la historia urbana de Pehuajó, sin embargo el barrio no pudo ser nombrado porque la cantidad de viviendas y los servicios que se habían proyectado y aprobado durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner fueron desfinanciados por el gobierno de Mauricio Macri y la coalición de Juntos Por el Cambio" explicó.
Esfuerzo municipal
"Con el esfuerzo del municipio el barrio ya es una realidad y las viviendas proyectadas originalmente ya están en manos de sus propietarios, y hoy estamos frente a un gobierno que nos permite seguir proyectando y construyendo un hábitat justo para nuestra comunidad. Por eso es hora de nombrar a este lugar que representa a un nuevo y hermoso Pehuajó en proceso de construcción y desarrollo. Pero la elección de un nombre no es un hecho menor porque es el primer signo de identidad y en el nombre elegido para este barrio se encuentra el reconocimiento a una de las figuras que mejor interpretó las necesidades habitacionales del pueblo, que dejó su vida en defensa de la calidad de vida de ese pueblo y que es fuente de inspiración para construir ciudad como fue el padre Carlos Mugica" Expresó el intendente.
La acción que define la vida del sacerdote Carlos Mugica es la entrega por el otro. Por la felicidad del otro. Y, también, con la característica de que esa entrega no era de días, de meses o de años, sino de toda la vida. Ejemplo de compromiso y coherencia, abanderado de las luchas populares de los ’60 y ’70, acompañó a Perón en su histórico regreso del exilio y fue su asesor en el proyecto de urbanización de la villa porteña de Retiro que no llegó a ejecutarse. Fue símbolo de una nueva Iglesia. Desafió al poder públicamente y por ello fue asesinado por la AAA el 11 de mayo de 1974, como preveía que sucedería: “Nada ni nadie me impedirá seguir a Jesucristo junto a su iglesia luchando junto a los pobres por su liberación si el señor me concede el privilegio de perder la vida en esta empresa estoy a su disposición”. Sus restos hoy yacen en la parroquia Cristo Obrero, que el mismo fundó, en el barrio que hoy lleva su nombre.
Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe nació en una familia acomodada, hijo de un político conservador y una heredera terrateniente. Atendió al Colegio Nacional Buenos Aires junto a la élite porteña. Años después, reconocería críticamente que su decisión de ordenarse como sacerdote había sido influenciada por una idea de salvación individual del alma. Su trabajo pastoral lo llevó al chaco santafecino done conoció la extrema pobreza de los hacheros litoraleños en la antigua empresa de tala de quebrachos La Forestal y cambió su concepción del mundo. “Debo actuar desde el pueblo y con el pueblo: vivir el compromiso a fondo, conocer las tristezas, las inquietudes, las alegrías de mi gente a fondo, sentirlas en carne propia”, declaró en una de sus muchas apariciones en los medios masivos de comunicación.
Reconoció haber participado del júbilo orgiástico de la Iglesia durante el Golpe a Perón en 1955, y haberse dado cuenta en ese momento que el pueblo estaba de luto y él debía estar del lado de los pobres. “Me di cuenta que en la Argentina los pobres son peronistas. Y que eso no es una casualidad. Y tampoco un dato más. Ellos creen en Dios, pero ellos también creen que políticamente hubo un tiempo mejor y que nuevamente vendrá un tiempo mejor, y ese recuerdo y esa esperanza se llama Peronismo”. En 1968, viajó a Bolivia para reclamar el cuerpo del Che Guevara, luego a Paris para estudiar Teología, en donde fue testigo del Mayo Francés, y luego a Madrid para conocer a Perón.
Mugica apoyó el Concilio Vaticano II y fue creador del Movimiento de los Sacerdotes del Tercer Mundo, una corriente dentro de la Iglesia que abogaba una fuerte participación política y social, movimiento que hoy continúa el Grupo Curas Opción por los Pobres. Criticaba tanto al capitalismo como a la unión soviética y planteaba que “no se trata de que los ricos ayuden a los pobres, sino que los pobres dejen de ser pobres. Hasta ahora, para que los pobres dejen de ser pobres no se ha inventado otro sistema que este, que los ricos dejen de ser ricos. Hay que ayudar a los ricos a que se liberen de esas riquezas que los oprimen y que los llevan hacia el camino del infierno”.
Su militancia pastoral la desarrolló casi completa en la Villa 31, salvo cuando participó de los primeros campamentos de las Juventudes Católicas en el interior del país, más precisamente en Chaco y Formosa, donde luego contó que un trabajador de la zafra le dijo “yo soy la alpargata del patrón”, frase que quedó grabada en su memoria y que radicalizó sus acciones y su entrega. Por esos momentos era asesor espiritual de los jóvenes estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires y de la Facultad de Medicina de la UBA.
Sus convicciones lo llevaron a estar siempre del lado de los pobres, trabajando diariamente en la Villa Miseria, que rechazaba llamarla villa de emergencia para no “higienizar” la pobreza, como refleja la oración que escribió: “Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece/ Perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro/ Yo me puedo ir, ellos no. / Perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas, de las que puedo no sufrir, ellos no/ Perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo. Yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre. / Perdóname por decirles “no sólo de pan vive el hombre” y no luchar con todo para que rescaten su pan / Quiero quererlos por ellos y no por mí. / Quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos / Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz”.
Carlos Mugica siempre se opuso a la lucha armada y a la violencia. Siempre intentó que la gran deuda social existente en el país se resuelva por la vía democrática. Es también recordada una intervención suya en un programa de TV en el ´72, donde alertaba que si “seguía la dictadura, los jóvenes iban a continuar sumándose a las organizaciones armadas, es necesario una apertura democrática”, para luego aclarar: “Nuestro pueblo, sencillo y humilde, es profundamente pacífico, lo que sucede es el que padece profundamente la violencia; la violencia de ir cada día con el diario abajo del brazo a preguntar si se consigue trabajo, de no saber qué le va a dar de comer al hijo. El pueblo tiene paciencia, pero la paciencia tiene un límite”.
El 6 de diciembre de 1972, a instancias de Carlos Mugica, sesenta integrantes del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo fueron recibidos por Juan Domingo Perón en su residencia de Gaspar Campos. Fue una charla amena donde pudieron intercambiar sus ideas con el líder que regresaba al país tras 18 largos años de exilio. Con el General Perón tuvo varios encuentros: durante la estadía en España, en la casa de Puerta de Hierro, y en la mismísima capilla de la Villa 31.
En ese momento, la Villa 31 se llamaba Villa Comunicaciones. Allí, fundó la Parroquia Cristo obrero y militó diariamente durante la década del 60 y el 70, luchando junto a vecinos y vecinas del barrio por condiciones dignas de vivienda y asistiendo incendios y emergencias. Quienes militaron junto a él en esa época recuerdan su cercanía y su consejo de “meter ladrillo”, convencido que su barrio no era transitorio y debían seguir militando para mejorar sus condiciones de vida.
En la Villa 31 Mugica organizó y participó activamente de las asambleas y conformación de cooperativas de trabajo, en las reuniones multitudinarias para resolver las problemáticas del barrio. Con la conformación de cuerpos de delegados y una experiencia de lucha riquísima, desde donde surgieron multitudinarias movilizaciones y el Frente de Lucha Villero, dentro del movimiento Peronista.
Ya con Perón en el poder, fue convocado a participar del Ministerio de Desarrollo Social y él pidió que fuera como asesor ad honorem. En Agosto del ´73 por tensiones con López Rega, a quien se opuso públicamente, y renunció.
“Yo pienso que la solución para mis hermanos de la villa, la tienen que encontrar mis hermanos de la villa”, expresó. Esta definición la conservó durante toda su vida y fue parte fundamental de su experiencia y su acción, como católico, y también como peronista.
En 1973 guio el Movimiento Villero Peronista. Publicó el libro “Cristianismo y Peronismo” y participó del grupo JP Lealtad, que se había escindido de Montoneros tras la negativa de deponer las armas durante el gobierno democrático del General Perón. Fue asesinado por la Alianza Anticomunista Argentina tras dar misa en la Parroquia “San Francisco de Solano”, del barrio de Villa Luro, el 11 de Mayo de 1974. Recibió una ráfaga de ametralladora de 15 disparos que lo dejó tendido en el suelo, pero no lo mató en el acto. El día de su muerte, Carlos Mugica fue trasladado de urgencia al Hospital Salaverry, una de las enfermeras minutos antes de que su vida pusiese fin, lo escuchó decir: “Nunca más que ahora debemos permanecer unidos junto al pueblo”. Su asesinato fue esclarecido en 2016.
Al cumplirse 40 años de su asesinato, en 2014, la entonces Presidenta Cristina Fernández de Kirchner encabezó una masiva movilización en la Avenida 9 de Julio, donde se descubrió una figura recordatoria. Cristina, emocionada, dijo: “La figura y la vida de hombres como Carlos Mugica no se homenajean, se celebran con alegría por todo el amor que supo dar. Amor por el cual ofreció su vida. Él pertenecía a los pobres, a los que sufrían, a los que necesitaban. Él se reconocía en la figura del Evangelio, porque entendía que el Evangelio era precisamente la doctrina que iluminaba y que trabajaba por y para los pobres”.
Hoy, su militancia y su pensamiento viven en las luchas populares que siguen su ejemplo. Por eso es que el nombre del barrio se impone como un homenaje al PADRE CARLOS MUGICA por su inclaudicable lucha contra la desigualdad y la pobreza. Su obra permanezca viva y admirada en Pehuajó, corazón de la pampa húmeda Argentina.